Estoy perdido como una goleta en alta mar
que insiste en galopar sobre tu regazo
que vive aturdido ante el silbido de las olas
que se estancan entre las rocas del muelle...
y aunque a veces te rebusco sin descaro,
quiero decirte que no soy indiferente
cuando la multitud tiene ojos concupiscentes,
que prefiero navegar lejos de la costa
y perderme en la vasta deriva de tu alba,
esa que hace posible tus recuerdos atar
cuando desenvaino el ancla del parapeto.
Si tan solo tu orgullo no estuviera plácido
debajo de la piel
y por encima de las frías y pálidas sábanas,
estarías de acuerdo que no hay disyuntiva
ni misterio en las pocas palabras,
ni incertidumbre en el aspaviento de un querer.
No soy víctima de la empatía,
pero el acopio de tus harapos
me devuelve a la oscuridad que desborda tu alma;
a la sencillez de tu tacto
cuando borbolla sobre el pelaje de tus mascotas;
al elocuente guiño de tu sonrisa
cuando tus pies danzan en la bonanza;
y al crudo sarcasmo que emiten tus labios
ante el cosquilleo del andamio social.
Te necesito inefable o en el quizás,
en la intersección del escaso cariño
y en el punto cero del mar abierto,
pero siempre debajo de la piel.
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