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La noche de los corazones rotos

Foto del escritor: Evan´s DarwinEvan´s Darwin

Estoy regresando a casa después de una insólita velada. Todo está sucio y desordenado. Hay platos y vasos por doquier. El reloj marca las 8: 18 p.m. y no tengo ánimos para limpiar. Me acurruco en el sillón frente a la televisión y reproduzco canciones de la banda Imagine Dragons en YouTube, mientras trato de recordar todo lo que sucedió ayer.


El plan de celebrar el fin de semestre inició con algunos compañeros de clases, posteriormente, se sumaron otros conformando un grupo entre 10 y 12 personas. Llegó el día y decidimos reunirnos en mi casa para después partir a un lugar con mejor ambiente. Pues no llegaron todos a mi casa, ciertos compañeros dijeron que iban a llegar directo al bar, no obstante, estaba la mayoría. Previo a la fiesta, compramos bocadillos y bebidas, pusimos músicas y hasta jugamos UNO, sonreímos y charlamos.


La alarma sonó a las 10:00 de la noche como aviso de salida para dirigirnos al segundo punto de reunión. Los demás compañeros ya estaban en las mesas reservadas. No tardamos mucho en llegar, el lugar estaba como a 20 minutos de mi hogar. Llegamos y subimos pequeños escalones y nos dirigimos al fondo del bar, habíamos reservado la parte que estaba cerca del karaoke. Saludamos con besos y apretones de mano a nuestros amigos y amigas. Luego, sin espera alguna, todos comenzaron a pedir cubetazos de cervezas, shot de tequila y deliciosas entradas de comida. El ambiente del bar era super bueno, excelente atención y músicas bailables.


En la fiesta asistieron tres parejas y el resto en soledad, es decir, sin algún acompañante. Una de esas tres parejas, su relación era anormal. Su convivencia había crecido en un entorno de amistad que luego trascendió a algo más, y se fortalecía cada día con lo prohibido y los secretos, pues ambos, en paralelo, tenían otra relación de noviazgo de mayor duración. Aunque ellos no eran novios oficiales, se les podría considerar como amantes. Pero no era la típica relación de amantes, sino una diferente donde el amor crecía genuinamente. Era como si fuese posible amar a dos personas con el corazón al mismo tiempo. Durante un tiempo nos demostraron eso hasta que llegó el fin, la despedida y la decepción.


La fiesta marchaba normal y sin ninguna sorpresa, a excepción del vómito de una compañera. No le alcanzó ir al baño. Eran las 1: 18 de la madrugada y todos seguían bailando, cantando, charlando, sonriendo e incluso casi todas las parejas estaban en pleno romance. Yo estaba distraído y siento que alguien me toca la espalda, con demasiada prisa, dirijo mi mirada hacia atrás y veo que es mi amigo, diciéndome con sus señales que viera hacia la esquina del sillón. Quedé totalmente en shock. Recuerdo que mi amigo me preguntó: —¿Estás viendo lo mismo que yo? —. Atónico ante la situación respondí solo moviendo mi cabeza. En ese momento, se le rompió el corazón a mi amigo porque vio a su amante besándose con otro de nuestros amigos. No solo fue un beso cualquiera, sino era un beso de traición. Ese hecho era el punto final a una relación en secreto que duró más de dos años. Fue muy impactante ver esa escena. Mi amigo se retiró del bar minutos más tarde, me expresó que no podía seguir en la fiesta y que deseaba pensar en soledad. Se le veía en sus ojos el llanto de un corazón roto. Su mente se extravió en el durante mientras caminaba a su destino por las calles oscuras.


De inmediato, la malhechora notó que su amor secreto se retiró. Se fue al baño y cuando regresó, con su actitud de indiferencia, continuó con su ritual de despedida. Esa noche le fue infiel a su novio y a su amor paralelo con dos de nuestros amigos. Alrededor de las 3, en la misma madrugada, nos dirigíamos hacia la casa de nuestras amigas para dejarles al frente, y de pronto, veo a mi otro amigo que viene destrozado, empapado en un mar de lágrimas. Le pregunté: —¿Qué sucede? ¿Qué te pasó? — con voz suave y siendo empático. —Acabo de ver a mi novia besando a otro —respondió con voz quebrantada y mirando hacia atrás. Lo mismo hice yo, pero a esa distancia no pude observar con claridad. Me tocó seguir a mi amigo porque emocionalmente iba mal. A mitad de camino se detuvo y tuve que consolarle. Llamé al primer corazón roto para que nos llegara a traer. Finalmente, llegamos al cuarto de mi amigo y tuve que lidiar con dos corazones rotos en la misma habitación.


Ahora reflexiono, acostado en el sofá, que no todos los amigos son verdaderos amigos y que el amor es la matriz error del código binario.

 
 
 

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