Hoy 2018, y de haberse cumplido 1.8 con ella, él decidió escribir respecto a un número o símbolo, ocho e infinito. Ocho es el número favorito de él, verticalmente lo es, pero horizontalmente es infinito, símbolo favorito de él. Asimismo, ocho es su dígito de la suerte, ocho es especial que acompañado de uno construye su nacimiento aleatorio o predestinado por tal cifra, el anhelado 18.
Adicional, ocho es el dorsal deportivo que con orgullo porta en su espalda como gran aficionado del fútbol, especialmente, ocho es el mes donde conoció a la persona que le cambió la vida, transformó su perspectiva de ver al mundo, convirtió su inmortalidad infinita en mortalidad finita, su gran amor, su amada hasta el infinito; Pudin.
Antes de Pudin, ocho tan solo era un número natural, pero cuando la conoció, tal número se volvió complejo, tan complejo como un lego de la raíz de menos ocho, hasta el punto de trascender su significado, ya no era un simple número, paralelamente era infinito. Desde ahora, ocho era él y ella infinito.
¿Increíble, no? El hallazgo y calidez de una persona, puede modificar el concepto de algunos estándares en tu vida. Ocho da gracias a infinito, por contemplar su existencia en su rango matemático, desde menos infinito a mas infinito, por ser parte de el, juntos, constituyen el complemento imperfecto más perfecto que pudo haber existido.
Si infinito se rompe, ocho estará ahí, dispuesto a completar lo que llegase a ser falta, porque infinito merece existir, completo y hasta el más allá como siempre ha sido.
Después de ocho a la octava potencia, minutos, la muerte despojó a infinito de la vida de ocho, separados, ocho solo era dos ceros a la izquierda. Finalmente, jamás entendió lo que infinito le dijo antes de partir, que el logaritmo natural del día y el mes en que inició todo, le iba a recordar eternamente a él.
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