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Promesa

Foto del escritor: Evan´s DarwinEvan´s Darwin

Durante mi infancia y un poco de la adolescencia, mis padres me llevaban a la iglesia casi todos los días, excepto los lunes y miércoles. Ritual que iniciaba a las 5:30 p.m. hasta las 8:00 p.m. Pero que estalló a través de los años a causa de la pérdida de la fe y el refugio en el alcohol.


Supongo que mis padres asistían a esa iglesia desde antes que yo naciera. Lo cierto, es que crecí influenciado con la religión cristiana y en el proceso, fui adquiriendo valores cristianos. Mi primer recuerdo religioso sucede a los 4 años de edad, mi hermano aún era bebé, cuando uno o dos miembros de la iglesia estaban celebrando una boda o un quinceaños, cualquiera sea el caso. Entonces, participé vestido con una camisa color crema, pantalón negro, zapatillas negras, una diminuta corbata que mis padres no podían hacerle el nudo, más bien, tuvieron pedir ayuda. También llevaba un pequeño detalle por encima de la bolsa que tiene la camisa en la parte izquierda. No sé si era de boda o de quinceaños. Sigo flipando con eso.


Los días jueves eran especiales para mi hermano y yo. Creo que todas las iglesias clasifican los cultos, o al menos así era la nuestra. Todos los martes eran cultos de adoración; los jueves de niños y niñas, los viernes de señores, los sábados de jóvenes, y los domingos de señoras. Asimismo, estaban organizados por diferentes sociedades (niños, jóvenes, señores y señoras). Cada sociedad se encargaba de realizar o estar al frente de los cultos correspondiente a los días asignados. Es decir, si mañana era viernes, la sociedad de señores ya tenía un programa donde especificaban a las personas que iban a presidir el culto. Ese programa era rotativo entre todos los miembros de la iglesia, según sea el asunto.


Mis padres participaron durante años en ese aspecto, inclusive mi hermano y yo. Aunque mi hermano con menores obligaciones. Conocimos a varias personas que llegaban temporalmente y otras, aún siguen yendo. Nuestro punto de inflexión se originó cuando la situación fue insostenible, producto de las crisis económicas y emocionales. Primero, perdimos la casa y tuvimos que empezar desde cero; luego una prima que habían adoptado mis padres cuando era niña se fue de la casa, ellos se sintieron traicionados y sufrieron con su partida; el declive de una pequeña pulpería debido a la mala administración del dinero que se había instalado en la casa; y la muerte de familiares por parte de mi papá, entre ellos su hermano y sus padres adoptivos. Toda esa burbuja acumulada a través del tiempo, simplemente estalló. De repente, en el hogar había muchos problemas, mis padres discutían con frecuencia, y cada vez asistían menos a la iglesia. Esa transición de lo religioso a la separación con Dios, se concretó con un papá alcohólico. Mi mamá dejó de ir a la iglesia y cambió radicalmente, en su vocabulario y carácter. Mi papá llegaba totalmente borracho a la casa, se gastaba el dinero en el alcohol, por ende, a veces no teníamos para sustentar los tres tiempos de comida. No sé si han experimentado comer únicamente bananos con sal o agua con azúcar, pero nosotros si llegamos a ese punto. Al borde de la quiebra, sufrimos un accidente, se volcó el bus donde íbamos. Eso marcó una pausa a esa vida lejos de Dios.


Nuevamente, mis padres intentaron acercarse e ir a la iglesia. Pero si no lo haces con toda la fe, es probable que vuelvas a recaer. Entre ese vaivén de acercarse a Dios solo en momentos cruciales y alejarse con el incentivo de los vicios, estábamos nosotros, mi hermano y yo, al sol y al viento. Finalmente, todos nos separamos de la iglesia y a causa de la experiencia caótica creada por el alcohol, mi hermano y yo, prometimos no probar ninguna gota de ese vicio. Considero que ciertos traumas permiten encontrar fortaleza interna para no replicar cosas del pasado, así como, la suma de experiencias criticas durante la vida forman la madurez de una persona. Actualmente, mi hermano tiene 20 años de edad y yo 24, y seguimos cumpliendo la promesa, a pesar que se nos presente múltiples tentaciones. Aunque ya estoy cerca de los 8 años que no visito mi iglesia, me gustaría volver. No he sentido paz interna desde que me alejé de Dios.

 
 
 

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